by Los Ángeles, 30 jun (EFE).- Un niño migrante de 9 años, que se quedó sin agua en el desierto de Arizona (EE.UU.) mientras viajaba con su madre y otro hermano, murió el 17 de junio en un hospital de ese estado, informó el viernes la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP).
Las autoridades de inmigración no han identificado a la víctima ni han revelado su nacionalidad.
La madre del niño le dijo a las autoridades que su hijo «no tenía condiciones médicas previas y creía que el calor contribuyó a sus complicaciones médicas durante la caminata», según un comunicado de CBP.
La mujer buscó ayuda del servicio de emergencia de EE. UU. el 15 de junio cuando ella y sus dos hijos menores se perdieron en el desierto cerca de Tubac, Arizona.
En su apelación, la mujer dijo que su hijo de 9 años sufría de convulsiones.
Aproximadamente media hora después, los bomberos de Tubac y los agentes de la Patrulla Fronteriza encontraron a la familia en un lugar remoto donde un helicóptero no podía aterrizar y era difícil para una ambulancia acceder.
El niño tuvo que ser llevado a pie por los socorristas antes de que pudiera ser transportado al Centro Médico del Noroeste en Sahuarita, Arizona.
Debido a su condición, fue remitido el 16 de junio a un hospital en Mesa, Arizona, donde le diagnosticaron «falla multiorgánica y lo colocaron en soporte vital».
El mismo día, la Patrulla Fronteriza informó al hospital que estaban liberando al menor, a su madre y a su otro hermano de su custodia.
El 17 de junio, el pequeño murió luego de sucumbir a sus complicaciones médicas.
La madre migrante les dijo a los oficiales de la Oficina de Responsabilidad Profesional de CBP que ella y sus hijos ingresaron a los Estados Unidos con otro migrante desconocido a principios del 15 de junio.
CBP ha lanzado una campaña para advertir a los migrantes sobre las altas temperaturas del desierto en el verano, que superan fácilmente los 100 grados Fahrenheit (37 grados Celsius).
La muerte del minero se da luego de la muerte de la niña panameña Anadith Danay Reyes Álvarez, de 8 años, quien padecía anemia y enfermedades del corazón.
La niña murió el 17 de mayo bajo la custodia de CBP en las instalaciones de Harlingen, Texas para migrantes con enfermedades contagiosas.
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