Los socialistas de Portugal prometen un cortafuegos contra la ultraderecha tras las elecciones de marzo | Internacional

El tono de los debates ayuda a medir lo que está en juego. Las encuestas ante las elecciones del próximo 10 de marzo en Portugal auguran casi un empate entre los votantes del socialista Pedro Nuno Santos y del líder del centroderecha, Luís Montenegro. En algunos sondeos va por delante el presidente del Partido Social Demócrata (PSD), en otros lo hace el secretario general del Partido Socialista (PS). Así pues, cuando este lunes debatieron en televisión, el intercambio estuvo lleno de interrupciones y cierta bronca. Ambos necesitan movilizar a los indecisos, determinantes en una situación de tanta igualdad y que son cerca del 15%. La virulencia verbal, en cualquier caso, no alcanza los niveles del Congreso de los Diputados español.

La gran novedad que dejó el cara a cara fue el anuncio de Pedro Nuno Santos de que no impedirá un gobierno en minoría del centroderecha si obtiene más votos que los socialistas. “Si no gana las elecciones, el PS no presentará una moción de censura ni viabilizará una moción de censura contra una victoria de la AD [Alianza Democrática, la coalición conservadora que incluye al PSD]”, afirmó Santos al comienzo de un debate, que fue seguido por 1,2 millones de espectadores.

Su adversario rehusó comprometerse a otro tanto. El anuncio socialista significaría, en la práctica, la aplicación de un cordón sanitario para evitar la llegada al poder de Chega, el partido de extrema derecha que lidera André Ventura, que pugna por convertirse en socio preferente de Montenegro para gobernar. Chega, que ya es la tercera fuerza parlamentaria, vive una ola de apoyo creciente en el país. Los sondeos le dan entre un 16% y un 19% de votos, que aumentaría su peso parlamentario y le alejaría del otro partido emergente de la derecha, Iniciativa Liberal.

Luís Montenegro, en cualquier caso, ha repetido en numerosas ocasiones que no gobernaría con Chega y que su segundo escenario predilecto, aparte de una improbable mayoría absoluta, sería formar Gobierno con Iniciativa Liberal, una formación que vive horas bajas tras el impulso que experimentó hace dos años.

El PSD concurre a estas elecciones con la coalición electoral Alianza Democrática (AD), un proyecto que rescata el formado en 1979 por el histórico Francisco Sá Carneiro, que acabaría ganando las elecciones. Al igual que entonces, la AD está constituida por los conservadores del Centro Democrático Social-Partido Popular (CDS-PP) y los tradicionalistas del Partido Popular Monárquico (PPM), además del centroderecha del PSD. Ninguno de los socios minoritarios de la AD tiene representación actual en el Parlamento portugués. La coalición se mantendrá para las elecciones europeas y también ha concurrido a las regionales en Azores, donde se convirtió en la más votada, aunque sin alcanzar la mayoría absoluta.

Corrupción frente a recortes de pensiones

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El cara a cara del lunes cerró el ciclo de debates que ya es tradición en la precampaña portuguesa. Durante cerca de 30 encuentros, todos los candidatos de partidos representados en la Asamblea de la República confrontaron entre sí ideas y programas. Uno de los más vistos fue el de Pedro Nuno Santos y André Ventura, que cargó su discurso sobre los casos de corrupción política que han afectado en los últimos años al socialismo.

El pasado fue también uno de los momentos tensos entre Luís Montenegro y Pedro Nuno Santos. Si el primero sacó a pasear al ex primer ministro socialista José Sócrates, pendiente de ir a juicio por delitos de corrupción, el segundo recordó la gestión del conservador Pedro Passos Coelho por llevar los recortes en pensiones más lejos incluso de lo que exigió la troika durante su tutela por la crisis económica entre 2011 y 2014. El exministro socialista de Infraestructuras y Vivienda trató de reforzar su imagen de político resolutivo y curtido frente a la falta de experiencia gubernativa de su rival, mientras que el líder del centroderecha atacó los grandes errores de gestión del adversario, entre los que citó la gestión pública de la aerolínea TAP, la ubicación del aeropuerto o la política de la vivienda.

Las elecciones del 10 de marzo fueron convocadas por el presidente de la República, Marcelo Rebelo de Sousa, como respuesta a la crisis política causada por una investigación de la Fiscalía sobre adjudicaciones de proyectos energéticos y empresariales, que llevó a la detención de Vítor Escária, entonces jefe de gabinete del primer ministro António Costa, entre otros. Además, el Tribunal Supremo inició una investigación sobre Costa para aclarar si había amparado irregularidades en la gestión de aquellas iniciativas. Este fue el argumento dado por el jefe del Gobierno para presentar su dimisión el pasado 7 de noviembre. De momento, el Supremo no ha concluido su investigación y mantiene en el aire el futuro político de quien ha sido primer ministro de Portugal durante ocho años. No obstante, el juez de instrucción del caso, Nuno Dias Costa, consideró “vagos” y “contradictorios” los indicios apuntados por los fiscales para justificar las pesquisas sobre Costa.

Aquella crisis ha ido seguida de otra, a escala regional, en Madeira, donde también la Fiscalía desplegó una espectacular operación policial contra la corrupción política en el archipiélago. En este caso fue imputado el presidente del Gobierno autonómico, Miguel Albuquerque, y detenido el presidente de la Cámara Municipal de Funchal, Pedro Calado. Ambos pertenecen al PSD. La trama investigada por los fiscales ha vuelto a ser diluida por un juez instructor, que ha dejado en libertad al alcalde y dos empresarios de la construcción después de tres semanas en prisión.

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